domingo, marzo 18, 2007

Odisea tóxica

Algunos días es mejor no levantarse de la cama. Uno de esos días que emprendes proyectos henchidos de optimismo y sin uno esperarlo el cosmos, la vida, la serialidad o lo que coño quiera que sea, te mete tres puñetazos en el estómago que te dejan tirado en el suelo y sin aliento. Algo de eso nos ocurrió el sábado.

Mr. Condor, Mr. Alberto, Mr. Mario y un servidor acordamos emprender una mañana de sano y entretenido senderismo por los hermosos paisajes de nuestra isla. La ruta nos llevaba desde Santa Brígida al Campus Universitario en Tafira recorriendo el barranco de Guiniguada.

El punto de encuentro era la estación de guaguas (autobús para los godos) del parque San Telmo, cuando llegué allí comencé a ver cosas raras, gente joven disfrazados de forma extraña, me preguntaba que era aquel aquelarre cuando el Sr. Condor dio respuesta a mis preguntas, se organizaba en Santa Lucia el primer Salón del Manga, así que lo que tenia ante mi era parte de esa tribu urbana denominada otakus (frikis en japonés) Habia gente disfrazados de personajes de series como Naruto, Sailor Moon, Saint Seiya, ect, ect. Entre tanto manga friki comenzamos a sentirnos unos bichos raros con nuestras gorras, mochilas y botas, así que nos inventamos que íbamos disfrazados de un manga que improvisamos de unos senderistas amantes de la naturaleza que luchan contra los demonios que quieren destruirla con los poderes que nos donó la madre Gaia.

En la estación las cosas comenzaron a torcerse, quizás era una señal para no continuar, pero nuestra terquedad y estupidez no nos permitió ver las advertencias. El primer problema: al Sr. Condor se le olvidaron en la casa las fichas de la ruta de la caminata, raudo se dirigió a su domicilio mientras que los demás le esperamos allí hasta que volvió justo a tiempo para coger la guagua.

Cuando llegamos a Santa Brígida el clima estaba húmedo y las lluvias eran intermitentes, el encontrarnos con barro en nuestro recorrido era mas que una certeza, era un axioma ineludible y eso produjo el segundo de los problemas del día: el Sr. Alberto no llevaba el calzado adecuado. Tenía unas zapatillas que mas parecían unas babuchas con cordones. El problema tuvo una fácil pero cara solución, se compró un calzado mucho mas adecuado en una zapatería del pueblo, un par de gruesas botas que le salieron por unos 80€, casi nada.

Emprendimos nuestra bucólica aventura descendiendo al barranco, una vez abajo el Sr. Condor nos comunicó que en un punto concreto del trayecto debíamos tomar un desvió a la derecha, pero ninguno se acordó de ese punto hasta que era demasiado tarde, así que seguimos internándonos por una senda que nos llevaría a la que después descubrimos que era la parte NEFASTA del barranco. Un camino tortuoso con sitios verdaderamente difíciles de atravesar y con un rió de aguas fecales que nos despertaba el sentido del olfato a olores realmente repugnantes, algunos sufrimos de arcadas y el Sr. Alberto que iba comiéndose un bocadillo lo tubo que tirar de las fatigas que le entraron. A mitad del camino nos detuvimos para averiguar en donde coño estábamos en ese momento y cometí el error de apoyar mi peso en la endeble caña que había cogido para ayudarme como bastón, cuando esta cedió rompiendose y provocando que perdiera equilibrio, el tobillo izquierdo se me dobló levemente, en ese momento no sentí ningún dolor, y pensé “¡Buf! del esguince que me libré”. Continuamos la marcha por el barranco hacia alguna parte ya que si seguíamos caminado en algún momento llegaríamos a algún lugar, ¿o no?.

A medida que seguíamos caminado el pié fue molestándome cada vez mas, al mismo ritmo que el animo en el grupo iba disminuyendo, el triste paisaje lleno de desechos y el no saber donde estábamos ni cuando iba a terminar aquello comenzó a despertarnos el deseo de finalizar aquello de alguna forma honrosa pero breve. Un tiempo después de comernos nuestros sendos bocatas en uno de los lugares menos sucios que habíamos encontrado llegamos a una carretera, con una señal de que por allí pasaban guaguas, ergo, podríamos coger una que nos sacara de aquel lugar, pero aquella señal no tenía horarios de cuando pasaban las guagas. En ese momento el pié me dolía bastante y mi cojera era mas que evidente así que alli nos quedamos con la esperanza de que pasara la guagua, pero en una carretera perdida como aquella teníamos serias dudas que de el transporte público por allí fuera frecuente.

Tirados en aquella esquina, sucios, cansados, lastimados, decepcionados esperamos un largo tiempo hasta que vimos salir de una casa cercana un coche conducido por una dama de excelso corazón, el Sr. Mario se acercó a preguntarle si sabia cuanto tardaría en pasar por allí otra guagua y nos respondió que tardaría bastante y se ofreció a llevarnos en su coche (¡Bendita sea!) a otra parada en la que tendríamos mas posibilidades de coger un transporte que nos llevara de vuelta a la estación, debió de rompérsele el corazón al ver nuestro aspecto mas propio de unos huerfanitos salidos de una obra de Dickens que de unos hombres hechos y derechos.

El resto de nuestra aventura nos la pasamos en aquella parada repasando el mapa y preguntándonos en donde cojones nos habíamos equivocado. Cuando llegamos a Las Palmas el pié me dolía horrorosamente, así que pasé por el servicio de urgencias antes de ir por mi casa y como buen hipocondríaco temiéndome lo peor. Después de un breve examen me diagnosticaron una “Metafornalgia” no se si lo he escrito bien pero no he encontrado ninguna referencia en Internet, al final era solo una inflamación de los ligamentos del pié, me inyectaron un anti inflamatorio y para casa.

24 horas después afortunadamente el pié apenas me molesta así que estoy feliz leyendo las reivindicaciones por internet del Sr. Condor de repetir la ruta pero esta vez haciéndolo bien (se toma estas cosas como una cuestión de honor). Y la verdad es que estoy tentándome, debo de tener un pequeño masoquista dentro.

Por cierto, las fotos que ilustran este artículo son gentileza del Sr. Alberto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡JAAAAAJAJAJJAAAAAAAA! Lo más gracioso de todo es que, viendo las fotos, yo sí sabía dónde estaban ustedes. Recuerden que suelo pasar por las inmediaciones cuando voy a casa de mis suegros }:-) Tiene guasa la cosa, jojojojojo.

A ver si voy a tener que ir yo para guiarlos...

Anónimo dijo...

En ningún momento estuvimos perdidos, eso era un barranco y todos los barrancos llevan al mar... lo que no sabíamos era cuánto faltaba XD

Anónimo dijo...

Al calvo ni caso, que ya tiene demasiada experiencia perdiendose. :P

Alberto dijo...

Dios! Que horrible exactitud. Pues sí, yo la llamé la caminata fecal. Pocas veces hemos tenido el placer de sentir un olor igual. Pero es la primera vez en la vida que intento no caerme en él.

A pesar de todo, reconozco que me he "divertío" con Oli, Isra y Mario.

Me alegra saber que estás mejor del tobillo!!

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  • La última peli que he visto: The Host (Destruyendo espectativas)
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