sábado, julio 08, 2006

El festival de las inseguridades

Ver la televisión es un deporte de riesgo, no hablo de algunos programas de más que evidente mal gusto o de un nivel sociocultural que roza lo infrahumano, me refiero a algo que ocupa muchas más horas de programación en las cadenas: la publicidad.

Con enunciados como: “tu ropa no es lo suficientemente blanca”, “tu pelo no esta brillante” y otras frases fríamente calculadas para lograr crear en el posible comprador la ansiedad la de comprar ese producto, pero el peligro está en como lo consiguen.

La clave está en la inseguridad, en crearnos la sensación de no estar a la altura de los demás y la única forma de conseguir estarlo es comprando su producto. Seguramente habrán visto un anuncio en el que una chica le entra un trabe porque la camisa de una compañera de oficina es mas blanco que el de la suya, un blanco que en la realidad es imposible si no se editan con unos efectos especiales por ordenador, acto seguido aparece la misma chica con un una camisa de un blanco resplandeciente porque se ha comprado el maldito detergente y ya puede mandar a la mierda su complejo de inferioridad.

En la publicidad nos intentan enfermar, nos intentan lavar el cerebro, porque nos necesitan frágiles, asustadizos, inseguros, maleables, que nos cagemos encima cuando nos digan que necesitamos su producto para seguir viviendo y que salgamos corriendo a comprarlo.

Quizás piensen que estoy exagerando, pero no, la publicidad es muy sutil, es muy cabrona. Cuantas veces y desde cuanto tiempo nos han dicho que debemos de: tener la ropa mas limpia, los dientes mas blanco, el pelo mas bonito, el afeitado mas rasurado, las menos arrugas posibles, la piel mas bronceada, la menor celulitis posible, la ropa de esta temporada, las mejores pestañas, las piernas mas suaves, el desodorante que mas atrae a las chicas, la colonia que mejor huele, los pies que menos apestan, los ojos mas bonitos, la mejor sonrisa, el mejor carburante, las mejores vacaciones, estar sano y un interminable ect, todos exigiéndonos la vida que ellos quieren que llevemos. ¿Hasta donde piensan que los que se tragan sus anuncios van a poder resistir esta presión? Porque lo hay, hay muchísima gente que se creen la publicidad y que viven en un estado de neurastenia constante, unas vidas completamente desquiciadas por los medios de masas.

Nos dan unos cánones imposibles, unos objetivos inalcanzables, una vida irreal. Tenemos que darnos cuenta de que todo esto es mentira, absolutamente mentira y que no tiene nada que ver con la realidad, solo así podremos ser libres y realmente felices, no la felicidad artificial y falaz que nos prometen en los anuncios, sino la felicidad real.

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