Un sacerdote, un paladín y Varimathars entran en un bar…

Creo que desde que tengo ordenador siempre he estado enganchado a algun juego conctreto. Desde aquellos primeros juegos de Sid Meier como el primer Civilization o el Pirates con los que jugaba en mi pc IBM 386, hasta los juegos de última generación actuales.

En la actualidad el juego que me tiene enganchado rozando la adicción es World of Warcraft, un juego de los llamados MMOG (Massively Multiplayer Online Game) Que es algo así como un juego en el que por medio de internet la gente se puede conectar, crearse un personaje e interactuar con otra gente que también están conectados al mismo juegos. Es como crearse un “alter ego” con el que relacionarte, desarrollarte y progresar en un mundo virtual. Y World of Warcraft es el rey de estos juegos.

El mundo de Warcraft es un mundo al estilo de las historias de Tolkien (El Señor de los Anillos) habitado por elfos, humanos, orcos, trolls, no-muertos, gnomos y una amalgama enorme de criaturas. Nosotros podemos elegir cual va a ser la raza de nuestro personaje, su profesión, su destino, ect. Las posibilidades del juego son enormes y no quiero aburrirles contándoselas, (tampoco me apetece ponerme a escribir una enorme retahíla), por lo que, mejor les recomiendo que se pasen por el blog que junto con un grupo de amigos hemos creado para dar rienda suelta a nuestro frikismo. En ella contamos historias de las aventuras de nuestros personajes, así como nuestras opiniones, ect.

Lo que ha motivado este artículo en realidad (es que a mi me gusta discurrir bastante) es que la compañía que ha lanzado el juego, Blizzard, ha sacado una oferta en la que el que quiera se puede dar de alta en una oferta para jugar gratis al juego durante un periodo de 10 días. Parece que lo hacen para extender aún más sus tentáculos y enganchar más jugadores. Como si los 6 millones de adictos que ya tienen no fueran suficientes.

Por cierto, mi personaje es un elfo oscuro, es ademas de sacerdote, un gran alquimista y es el que sale en las imágenes que adornan este artículo. ¡Ah! Y responde al nombre de Tazar, por si algún día se lo encuentran, para que lo saluden.